viernes, 12 de abril de 2013

DESCUBREN LAS ESTRUCTURAS CEREBRALES IMPLICADAS EN EL PLACER DE LA MÚSICA.



Son las mismas que responden a la comida y permiten predecir si estaríamos dispuestos a comprar un nuevo disco.

Ya sea clásica o moderna, a casi todos nos gusta la música. En realidad nos acompaña desde que nacemos, con las primeras nanas que nos cantan para conciliar el sueño. Nos tranquiliza o nos activa, nos ayuda a dar salida a nuestras emociones, nos incita a movernos, activa nuestra memoria… pero sobre todo nos produce placer.

Científicos del Instituto Neurológico de Montreal (Canadá) han averiguado qué regiones del cerebro están implicadas en esa sensación placentera asociada a la música. Y curiosamente son las mismas que se activan con la comida, la bebida, etc...


EL VALOR DE LA MÚSICA.

Los investigadores han sido capaces de predecir cuánto estaría dispuesta a pagar una persona por adquirir una melodía que acaba de escuchar por primera vez midiendo la actividad en el núcleo accumbens, el centro de este sistema de recompensa, capaz de integrar la información procedente de los sentidos con la emocional y la que llega desde la corteza prefrontal, implicada en la toma de decisiones.
Para llegar a esta conclusión los investigadores canadienses reclutaron a 19 voluntarios, diez mujeres y nueve hombres, para que escucharan 60 fragmentos musicales, especialmente diseñados para reflejar los gustos individuales. Los participantes tenían la posibilidad comprar  las melodías que más les gustaran utilizando una plataforma ficticia, similar a iTtunes. Con este ingenioso método conseguían convertir la sensación placentera subjetiva que les producía escuchar la música nueva en un valor objetivo: el precio que estaban dispuestos a pagar por ella.
Mientras escuchaban la música y decidían si la compraban o no, el cerebro de los participantes estaba siendo sometido a una resonancia magnética funcional (RMf) para saber qué regiones se activaban en este proceso. Así, los investigadores pudieron observar que cuanto más les gustaba a los participantes una melodía, más activo aparecía el núcleo accumbens y la probabilidad de que la compraran era mayor.

Sin embargo, los investigadores liderados por Robert Zatorre, una autoridad en el estudio del efecto de la música en el cerebro, aclaran que esta estructura del sistema de recompensa del cerebro no es la que establece directamente el grado de placer que nos produce una melodía, sino que sirve de centro integrador. El valor subjetivo placentero que damos a una determinada música depende la combinación de sensaciones sensoriales y cognitivas que están influidas también por el estado afectivo. 

SENSACIÓN PLACENTERA
Las imágenes del cerebro de los voluntarios que estaban dispuestos a comprar una melodía dejaban ver claramente que cuanto mayor era el precio que pagaban por la música, más activa aparecía la conexión entre la corteza prefrontal y el núcleo accumbens. De lo que deducen que para establecer el placer que nos causan estímulos estéticos, como la música, las zonas más evolucionadas del cerebro, como el lóbulo prefrontal, tienen un papel decisivo, ya que están implicadas en analizar lo que percibimos y asignarle un valor placentero.

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